Un comisario político muere, en una sociedad gastronómica, durante la cena más importante de la fiesta de San Sebastián.

La vida social ha cambiado en los últimos años y las costumbres y hábitos de la población se han modificado de manera obligada, pero siempre hay quien se rebela ante lo inevitable y se enfrenta al poder.

Durante las 24 horas que dura la fiesta una inspectora de policía tiene que indagar, sin cometer errores, sobre esa muerte que compromete gravemente a personas que conoce.

Alrededor de la trama, el sufrimiento interior de los personajes se mezcla con el rítmico y seco sonido de los barriles que llenan las calles.

Un viaje gastronómico, además de turístico y musical, por las calles de una ciudad singular, necesario para resolver la muerte de un comisario de policía durante la cena de celebración de la víspera de la tamborrada de San Sebastián.

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La luna apenas ilumina la noche. Se acerca a cuarto menguante y, todavía, esa parte de la esfera desprende suficiente luz como para distinguir desde tierra lo que sucede en el mar; pero esta se está viendo eclipsada ahora por la presencia de gruesos nubarrones, que pintan de negro el lienzo sobre el que se recorta la silueta, en negro sobre negro, de una pequeña embarcación que boga hacia la costa alejándose, en silencio, del Gaztelu II que ha puesto proa mar adentro en busca de refugio en el puerto de San Juan de Luz...

...La embarcación ha entrado silenciosa, empujada por las suaves olas terminales que la llevan hasta allí, en Artzuportu, y dos de sus ocupantes han saltado al agua y arrastran la embarcación para acercarla a la orilla. Una vez varada, entre los tres han descargado cuatro pesadas cajas herméticas de cartón. Otros dos hombres han salido de la oscuridad y, sin mediar palabra, ayudan a sus compañeros a colocarse en la espalda unos arneses que les van a permitir transportar la mercancía. Poco después cuatro siluetas, con la espalda deformada por el bulto, empiezan a alejarse mientras que el tercer tripulante permanece allí, agazapado, a la espera de que sus amigos se alejen lo suficiente como para poder salir a motor, otra vez hacia mar abierto, sin que el ruido los delate.

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